Saturday, June 30, 2007


Notaba el césped en su espalda. Tranquilidad. Hacía semanas que echaba de menos esa sensación... aunque últimamente la echaba de más. Cerró los ojos por un momento. Escuchó. Silencio... sólo silencio. Sus manos se abrieron de pronto deslizándose por aquel olor a hierba húmeda, a pocos milímetros del suelo. Levantó los párpados y procuró que no la cegaran las estrellas cosidas en aquel techo oscuro de ahí arriba. Cada vez brillaban más...

Y ella cada vez menos. ¿El qué o a quién esperaba? ¿Acaso le necesitaba a su lado, tumbado junto a ella? ¿Es que pretendía escuchar su canción en ese instante sólo porque a ella se le encaprichara? ¿O es que sólo intentaba que sus ojos pudieran capturar la primera estrella fugaz de toda la noche?

Se incorporó y sus codos se apoyaron en sus rodillas. Se llevó las manos al rostro... Las primeras lágrimas que cayeron al suelo de sus mejillas le mostraron un efímero reflejo de alguien que ya no conocía. Sus amigos, sus padres, sus hermanos e incluso sus ganas de luchar habían caído hace ya tiempo junto a estas lágrimas, pero... ¿Dónde estaba la chica de antes? Siempre se prometió a sí misma que aunque perdiera a ciertas personas en su vida, nunca se perdería a sí misma, nunca. Sin embargo ahora, hoy... De pronto el silencio comenzó a dibujar los sollozos de una mujer, y el aroma a hierba húmeda se tornó a un olor agridulce que impregnaba aquellos minutos amargos.

Decidió esperar a que su estrella quisiera aparecer y tumbarse, respirar y vivir junto a ella... Pasó horas sin apenas pestañear junto a la brisa de aquello que llaman soledad, despeinándola y susurrándola que quizás ya sea demasiado tarde para todo aquello...
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