Colocó su maleta y todas sus cosas junto a la puerta y por un momento se giró. De pie, frente a su hogar desde su niñez se sentía estúpida abandonando todo lo que le hizo ser ella misma durante tantísimo tiempo. Suspiró y tomó el pomo de la puerta. Necesitaba algo más que aquella vieja casa, aquella ciudad vacía y aquél camino que le llevaba siempre a donde ella deseaba llegar.

Buscaba otro ruido de coches y multitud, complementar su vida con algo nuevo. Se pedía a sí misma encontrar otros rumbos, otros caminos, otros pasos, otra rutina. En el taxi sus canciones favoritas retumbaban en sí misma desde los cascos colocados en sus oídos. Era sólo un destino más, algo nuevo, algo bueno, bueno para su vida, para su tiempo, para sus 18 años recién cumplidos.

A partir de ahí sería más fácil recoger la casa, poner la mesa para uno, ir a la compra, vivir por y para ella. Sería más sencillo tener un cuarto de baño para ella sola, no tener que discutir con sus hermanos, o con sus padres, ni soportar el orden y las manías de su madre... Podría salir o entrar a casa cuando a ella se le antojase.

Desde que pisara el suelo de su nuevo hogar ya sería más fácil... ¿El recibir llamadas y cartas sólo para ella? Sí... Siempre y cuando no tuviera que encontrar tantísimos "te quiero", "vuelve ya", "aún te esperamos"... de todas aquellas personas que dejaba atrás. Sería difícil acostumbrarse a echar de menos el pasado en cada segundo del presente, y el tener que rellenar las nuevas paredes de su hogar vacío con algo nuevo.

Sería difícil valerse por sí misma, y no encontrar en su cama -ahora una más grande que nunca- nada más que un colchón y unas sábanas, y una almohada... Y no volver a toparse con la sonrisa de su familia al abrir la puerta, o con el olor del apestoso perfume de su hermana, ni compartir la copia de sus llaves con nadie más... por el momento.

Ni añadir a su vida una pizca de besos y abrazos que completaban su día a día... Ahora únicamente estaban ella y sus ganas de luchar por algo nuevo.